Intrasistemático:
Es decir, desde el supuesto de que Holmes y demás personajes son reales, así como las peripecias narradas. Sin embargo, nadie toma un punto de vista literalista, asumiendo que todo lo que dice el texto es cierto a pie de la letra. Es una postura poco estimulante, ya que las incoherencias con las pruebas históricas (como mapas de la época) deberían ser consideradas falsificaciones del Maligno (¿Moriarti?) y se acabó la diversión. El punto de vista de las sociedades holmesianas admite, pues, cierto nivel de interpretación y que Watson cambió detalles por diversas razones (proteger el anonimato de alguien, elementos que Holmes le ocultara, etc.). Naturalmente, diferentes analistas llegan a conclusiones diversas; en el asunto que nos ocupa algunas de las teorías sitúan la residencia del detective en:
-Número 72 (el 31 de la numeración moderna) entre las alturas de Blandford y George. Defendida por Bernard Davis en su artículo «The Back Yards of Baker Street». Más recientemente Peter Liddell, en «The Location of 221b», mantiene la misma opinión.
-Número 111 (en la numeración moderna) propuesta por The Hounds en marzo de 2001.
-Y, la más aceptada tradicionalmente; algún lugar entre las alturas de Blandford y Dorset en la acera Oeste, que veremos más en detalle.
Partimos de que Holmes es una ficción inventada por Conan Doyle:
Según el testimonio (no aceptado por muchos) de Harold Morris, la elección no fue tan azarosa, ya que fue su padre quien sugirió a Doyle el número 21 de la calle, ocupado a la sazón por unos amigos de la familia, y que el escritor lo visitó y lo encontró completamente adecuado, maquillando posteriormente (de nuevo para evitar molestias) el 21 en 221b.
Vamos a ocuparnos pues del punto de vista intrasistemático:
Ya que el Canon «miente» al decir que estaba en el 221b ¿cuánto crédito debemos a los demás datos que nos ofrece? sólo debemos cuestionar un dato canónico como último recurso, ya que, en caso contrario, o no podríamos pronunciarnos en absoluto cayendo en un espantoso agnosticismo o caeríamos en la arbitrariedad de aceptar o no los datos según convinieran o no a nuestra tesis. Por otra parte el objetivo que busca, en realidad, esta tendencia, es hacer concordar los datos reales a los que tenemos acceso con el Canon, el verdadero fin es que éste gane verosimilitud: por lo tanto, cada dato canónico que desestimemos es una batalla perdida y no lo podremos hacer sin una buena excusa compatible con nuestro universo ficcional: por ejemplo; Watson falsea el número de la calle para evitar que todo el hampa de Londres tuviera localizado a su peor enemigo.
Holmes (Jeremy Brett) contempla Baker Street desde sus habitaciones en la cabecera de la serie de Granada Television. Más abajo, un plano del portal del detective visto desde la ventana de Camden House, en el episodio que adapta «La casa vacía»
Los datos históricos que tendremos en cuenta serán mapas de la época y el cambio de numeración de la calle. Es relativo el valor de los paseos por la actual Baker Street como prueba: en el Londres victoriano existían tras las calles burguesas de lindas fachadas por las que paseaban los caballeros, callejuelas por las que transitaba el servicio y las mercancías, cuadras, patios traseros y todo un laberinto sin pavimentar (cuya existencia Watson y demás caballeros de su clase apenas sospechaban) difícilmente reconstruibles con los planos y mucho menos dando un paseo hoy. Incluso una calle de edificios georgianos, frecuentada y cara del West End, como era Baker Street en aquel entonces, estaba flanqueada por ese mundo paralelo en el que Holmes se movía a sus anchas. Como pueden ver en la foto satélite de Google Earth (más abajo) las manzanas entre Dorset, Blandford y George, en un sector muy castigado por los bombardeos de la II Guerra Mundial, han sido completamente renovadas. Como veremos inmediatamente esas calles son el punto de referencia principal para la situación de la casa en cuestión.
La Baker Street de la época era más corta que la actual, ya que (como pueden constatar cotejando los planos actuales y antiguos que ilustran ese artículo) dos tramos, conocidos antaño como York Place y Upper Baker Street fueron incorporados más tarde como prolongación de Baker Street; en 1921 y 1930 respectivamente: de manera que a partir de ahora, cuando nos refiramos a Baker Street, estaremos hablando únicamente del tramo sur, comprendido entre Paddington Street y Portman Square.
La numeración comenzaba en el extremo Sur de la calle, en su acera Este, con el número 1; ascendía hasta el extremo Norte de esta acera, número 42, que tenía en frente el 43; es decir, en la acera Oeste la numeración crecía de Norte a Sur hasta llegar al último, el 85, que quedaba enfrente del número 1.
Esta curiosa forma de numerar los portales «de ida y vuelta» todavía puede verse en algunas calles de Londres, si bien lo normal es que, como en la que nos ocupa, se haya pasado al más cómodo sistema de colocar los pares a un lado y los impares en el opuesto, de manera que el actual número 1 sería el antiguo 2 y el 2 actual sería el 85 antiguo. El actual 221b, donde se encuentra el Museo Sherlock Holmes, ni siquiera se encontraba en Baker Street por aquel entonces, sino en Upper Baker Street.
Algunas referencias canónicas en relación con Baker Street:
[Watson y Holmes salen de casa en dirección a Bloonsbury] Nuestras pisadas resonaban secas y sonoras, mientras cuzamos el barrio de los médicos, Wimpole Street, Harley Street y, siguiendo adelante por Wigmore Srteet, desembocamos en Oxford Street. («El carbunclo azul»)
[Watson describe la calle desde la ventana] A decir verdad, nadie venía de la dirección de la estación del metropolitano, salvo aquel caballero solitario cuya conducta me había llamado la atención. «La diadema de Berilo»
Hasta Aldersgate hicimos el viaje en el ferrocarril subterraneo. («La liga de los pelirrojos») [La estación de metro de Baker Street, abierta en enero de 1863, es una de las más antiguas del mundo; desde allí hasta Aldersgate tenían seis paradas, como pueden comprobar en un mapa de metro de la época]
Aún se veía al doctor Mortimer y a Baskerville, que caminaban a unas doscientas yardas por delante de nosotros en dirección a Oxford Street [...] Sherlock apresuró el paso hasta que redujimos, más o menos, a la mitad, la distancia que nos separaba. Entonces, manteniéndonos siempre a un centenar de yardas a su zaga, los seguimos hasta entrar en Oxford Street y después por Regent Street. (El perro de los Baskerville, capítulo 4)
[Holmes recibe en sus habitaciones a un cochero llamado John Clayton que explica cómo había acechado, a petición de un misterioso cliente, al doctor Mortimer y a Baskerville] [...] subieron a un coche de los que estaban en fila. Seguimos a este coche hasta que se detuvo por aquí. - Delante de esta misma puerta - Dijo Holmes. - Yo no estaba seguro de eso, pero me atrevo a decir que mi viajero estaba bien enterado. Hicimos alto calle abajo, hacia la mitad de la misma y esperamos durante hora y media. Al cabo de ese tiempo pasaron por nuestro lado, caminando, los dos caballeros y nosotros les seguimos Baker Street adelante y luego por... [Oxford y Regent Street] [...] en el momento en el que iba a alejarse dio media vuelta y dijo: "Quizá le interese saber que ha llevado usted en cu coche al señor Sherlock Holmes" [Hay que señalar que esta ironía por parte del criminal pone de manifiesto que él había identificado con precisión el portal dondo se había parado como la vivienda del detective] (El perro de los Baskerville, capítulo 5)
Estos fragmentos y algunos otros concuerdan con la realidad de Baker Street y, el último, nos indica además que el portal de nuestro amigos se encontraba algo más al norte que la mitad de la calle. En el plano que ilustra este artículo, procedente de un callejero de 1888, hemos coloreado las calles que se mencionan en los fragmentos. Sin embargo el pasaje que más información ha dado para estas controversias procede de la aventura «La casa vacía»:
Yo me había imaginado que nos dirigíamos a Baker Street, pero Holmes detuvo el coche en la esquina de Cavendish Square. Me fijé en que al apearse dirigió a derecha e izquierda una mirada muy escurtadora y que en las esquinas de todas las calles subsiguientes tomaba las máximas precauciones para asegurarse de que nadie nos seguía. El camino que recorríamos era verdaderamente extraordinario. Holmes se sabía muy bien las travesías y callejuelas de Londres y en esta ocasión cruzó rápidamente y con paso seguro por toda una red de cocheras y establos, cuya existencia yo ni siquiera sospechaba. Salimos por último a una pequeña carretera bordeada de casa antiguas y tristonas, desde la que desmbocamos en Manchester Street y luego en Blandford Street. Una vez en esta calle, nos metimos rápidamente por un estrecho pasillo, cruzamos una puerta cochera de madera por la que salimos a una explanada desierta y luego abrió Holmes con una llave la puerta posterior de una casa. Penetramos en ella los dos y él cerró la puerta una vez que estuvimos dentro.
Reinaba en aquel lugar la más negra oscuridad, a pesar de lo cual comprendí yo con toda evidencia que la casa se hallaba deshabitada. [suben las escaleras, hasta una ventana que da a una calle diferente a aquella desde donde habían entrado] -¿Sabe usted dónde estamos?- Con seguridad en Baker Street- le contesté, mirando hacia afuera por la polvorienta ventana. - Así es. Nos encontramos en Camden House, que se alza frente por frente de nuestras antiguas habitaciones.
Recapitulando:
Sherlock vivía frente a la manzana delimitada por Blandford y George o frente a la manzana delimitada por Blandford y Dorset.
En todo caso no hay duda de que el hogar de nuestros héroes se encontraba en la acera Oeste de la calle.
Según acabamos de leer en el fragmento que reproducimos más arriba, John Clayton y su cliente esperaban a Baskerville y a Mortimer hacia la mitad de la calle, con idea de seguirles dirección Sur, hacia Oxford Street, como, efectivamente, hicieron. Tenemos, pues, que pensar que el portal del detective se encontraba algo más al Norte, puesto que siguieron a los dos cablleros hasta allí, bajaron un poco y, cuando salieron, fue adelantado por ellos. Dando un margen de error de unos 40 metros a Clayton -margen que, seguramente, no necesita, ya que podemos fiarnos del sentido espacial de un cochero con siete años de oficio sin ninguna queja (El perro de los Baskerville, capítulo 5)- acechaban a la altura de la manzana comprendida entre Dorset y Blandford (unas sencillas mediciones en Google Earth lo ponen de manifiesto) lo cual excluye la posibilidad de que la residencia de la señora Hudson se encontrara más al Sur, es decir, entre Dorset y George, dejándonos una sola posibilidad.
Estimados parroquianos, esperamos haber satisfecho su curiosidad sobre la ubicación de este lugar y anunciamos que pronto trataremos sobre otros aspectos del 221b de Baker Street.
Este artículo es una versión, mejorada con diversos cambios, del aparecido en El Predicador Malvado el 28 de agosto de 2007.
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