sábado, 24 de abril de 2010

Sherlock López y Watso de Leche

Dedicaremos algunos post a la recepción de Sherlock Holmes en España: ya habíamos anunciado «Holmes y la condesa del Pazo» o «Sherlock en la escuela Bruguera». Inauguramos la sección con un breve comentario sobre Watso de Leche y Sherlock López, acompañado de ejemplos de sus historietas encontrados en el blog Viñetas y algún otro escaneado propio, los datos están también tomados de la red, de manera que poco aportamos nuevo; es más bien un intento recopilatorio.

Gabriel Arnao, Gabi, publicó su primer trabajo, la historieta El señor conejo, en 1943, en la revista Maravillas. Chance Gardiner, en su blog, lo describe como «un excelente seguidor de la Otra Generación del 27»; aguda observación, ya que comparte con dicho grupo el gusto por el humor absurdo procedente de Gómez de la Serna, y también el trazo art-deco. En efecto, ese estilo de dibujo fue cultivado por muchos artistas del grupo; Tono, Mihura, K-Hito, etc., pero no es exclusivo de ellos; lo encontramos en muchos otros países y, en el ámbito no humorístico, fue popularizado en España por Rafael Penagos (el padre, no la voz española del Holmes de Brett). Una de sus expresiones más elegantes la tuvo en la pluma de Coll y su influencia llega hasta artistas como Vázquez, que lo cultivó en sus inicios, como pueden ver en los ejemplos que publica el blog Viñetas.
BLOG VIÑETAS 007
El blog Viñetas es el único lugar de la red donde he encontrado material gráfico sobre el personaje; estas historietas en concreto, en este post; tienen un fragmento de otra aquí
BLOG VIÑETAS 006

Los autores españoles habían encontrado un filón parodiando al Detective: dejando a parte los pastiches narrativos, como los de Jardiel Poncela, y centrándonos en la historieta, Migosto, en su blog La Osa Mayor menciona, a demás de a López, a Sherlock Gómez, que Raf publica en La Risa (1953) y a Sherlock Pómez, de Palop para la editorial Valenciana (1958).

Las andanzas ecdóticas de nuestros héroes y su dibujante las resumen así los Burgomaestres en el Blog Lady Filstrup: «empezaron a publicarse en Flechas y Pelayos, en 1943, y que en los años setenta repescaron los de Trinca y los de Sacarino. [...] Gabi se marchó a Francia en 1949, y allí empezó a trabajar para SFPI (Société française de presse illustrée), la principal editorial francesa en el terreno de las publicaciones ilustradas de pequeño formato. López y a su ayudante Watso de Leche, Gabi los retomó en Francia, y en 1959 se lo editó la SFPI en la revistas Tartine y Tartinet [...] En 1968, Sherlock López y Watso de Leche se volvieron a publicar en Francia, en esta ocasión en la cabecera de Dennis la Malice».

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El humor del absurdo se encuentra con la escasez de la posguerra en el la truculenta broma de la loncha de jamón. El de López está tomado de aquí, el de De Leche, de aquí

Tras las citadas apariciones en Trinca y Sacarino volvemos a encontrarlos en Mortadelo especial y Mortadelo gigante. En ese entonces, el estilo art-deco hacía mucho que había dejado de ser vanguardista y el personaje había evolucionado; el dibujo se había hecho menos sintético, renunciando al esquematismo art-deco y al blanco y negro puro: con el abandono de su mundo bidimensional se llega a cierta rigidez y el humor absurdo cuaja peor en historietas más largas. A pesar de ello, los personajes conservan su personalidad.

Sherlock López 1
Algunas imágenes de la historieta «El enemigo en casa», aparecida en el Mortadelo especial número 175 y en el Mortadelo gigante número 14. Arriba, la décima página, en la que Watso se libera de sus ligaduras con una estrategia similar a la que usa el condenado de «El pozo y el péndulo» de Poe. Abajo, dos viñetas de la misma historieta; una con una escena ambigua entre López y la atractiva Antígona, en otra, una perspectiva impensable en la primera época del personaje.

Sherlock López 3 Sherlock López 2
Shérlock López
Viñeta de la historieta «Pavor en el pueblo», aparecida en el Mortadelo especial número 170 y en el Mortadelo gigante número 10, todavía encontramos rasgos que recuerdan al estilo inicial del autor, como ese cenicero trípode y ese sifón, que vale tanto como referencia a gasógeno sherlockiano como a la edad dorada de los cócteles y el art-deco; a un madrileño esa conjunción le hará pensar en el Museo Chicote.

Sirvan estas líneas como reivindicación del dibujante y de sus criaturas, a la espera de que una recopilación los saque del olvido editorial.

La 'G' de la capitular pertenece a un alfabeto art-decó diseñado por A. M. Cassandre en 1930
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martes, 20 de abril de 2010

Hominem te memento

En los triunfos romanos, un esclavo que acompañaba en su carro al general homenajeado susurraba al oído de éste una frase. No hay acuerdo en las fuentes sobre cuál era la frase exactamente, según Tertuliano, en su Apologético, se trataba de «Recuerda que sólo eres un hombre»; según todas las versiones el fin de esta costumbre era recordar al homenajeado su condición de mortal y que no se dejara llevar por la vanidad y los elogios.
De ahí toma Doyle su «"Watson," said he, "if it should ever strike you that I am getting a little over-confident in my powers, or giving less pains to a case than it deserves, kindly whisper 'Norbury' in my ear, and I shall be infinitely obliged to you."» («Watson dijo si alguna vez le parece que sobrestimo algo mis poderes o que reservo a un caso menos atención de la que merece, susúrreme amistosamente al oído "Norbury" y le estaré infinitamente agradecido—.» (YELL).

Spiderwoman

El Detective pretende que el recuerdo de su error en el curioso caso del rostro amarillo en la localidad de Norbury le ponga en guardia contra la soberbia, dando a Watson el lugar del esclavo que acompañaba al general en el triunfo.

Woman in Green
«Los hombres prominentes siempre han tenido narices prominentes» dice Holmes en The Woman in Green (en España El caso de los dedos cortados) que se siente identificado con Julio César por su perfil aguileño

Este detalle se ha reinterpretado en diferentes narraciones no canónicas: así, en el largometraje de la Univesal La mujer araña, encontramos el siguiente diálogo entre Holmes y Watson: «—S.H.: Si alguna vez me vuelve a ver demasiado seguro de mí mismo, creyéndome más listo que Andrea Spedding, sólo tiene que decirme una plabra —Dr. W.:¿Qué palabra? —S.H: ¡Pigmeo!». En este caso la palabra que ha de recordar el despiste del Detective es «Pigmeo», ya que uno interviene en esta aventura, idea tomada, por supuesto, de SIGN y de su diminuto nativo de las islas Andamán.

O xango
Pedro II despide a Sherlock y a Watson con un regalo digno de un emperador

También en O xangô de Baker Street el Detective fracasa y el emperador Pedro II de Brasil le regala un extraordinario stradivarius que, de entonces en adelante, habría de recordarle sus límites. Su majestad llega incluso a contar a Holmes la anécdota clásica, atribuyéndola a Julio César, lo cual no es del todo desatinado, puesto que tuvo ocasión de protagonizar varios desfiles de este tipo.

Holmes sobresale en sus capacidades tanto de pensamiento abstracto como en las físicas, por ello Doyle, a través de Watson, no se sonroja al darle atributos propios de Sócrates, como vimos, o, en esta ocasión, de los generales romanos.

La capitular se basa en esta imagen.

lunes, 5 de abril de 2010

CCH

El Charing Cross Hospital es conocido por los aficionados holmesianos debido a las diferentes menciones del mismo en el Canon. Recuerden la inscripción del bastón que abre HOUN «To James Mortimer, M.R.C.S., from his friends of the C.C.H.», donde estas últimas siglas hacen referencia al hospital en cuestión y no a algo relacionado con la caza, como supuso Watson. Incluso el gran Detective fue atendido en dicha institución cuando sufrió el ataque de los sicarios de Adelbert Gruner (ILLU).

CCH 1
Arriba, el edificio donde se albergaba the CCH visto desde el Strand, abajo, la entrada principal, en Agar Street. (Fotos del autor)

CCH 2

No obstante, si el peregrino en busca de los Santos Lugares llega al actual Charing Cross Hospital encontrará un horroroso edificio contemporáneo en Hammersmith. La institución fue trasladada allí en 1973. Originalmente conocida como West London Infirmary, fue fundada en 1823, en Villiers Street, al ladito de la estación de Charing Cross. Dicha calle merece la pena de ser visitada, ya que alberga la varias veces centenaria vinería Gordons.

CCH Map
En el mapa de la arriba, de 1865, hemos marcado Villiers y Agar Street en amarillo y la esquina de la foto de arriba con un círculo rojo. Abajo, aproximadamente la misma área en la actualidad, con Agar St. indicada con la letra 'A'

CCH Map 2

Pero donde el Detective estuvo más verosimilmente ingresado fue en otro edificio, no muy lejos de allí, abierto en 1873 en Agar Street, en su confluencia con William IV y el Strand. Dicho edificio alberga hoy una comisaría de policía, como pueden ver en las fotos.

Fuentes: la Wikipedia en inglés, esta página sobre hospitales londinenses y The Sherlock Holmes Walks, publicado por Louis' London Walks. Para los mapas, hemos consultado, como de costumbre, The A to Z of Victorian London, de Harry Magary, Lympne Castle, Kent (editor) pero la imagen procede del Whitbread's Map Of London 1865 Extending Four Miles Round Charing-Cross; el moderno procede de Google Maps.
La capitular está montada sobre una ilustración deHoward Elcock para ILLU; el vendedor de periódicos vocea la noticia del ataque sobre Holmes. Las fotos son originales.

Detalles

Esta entrada es, en realidad, la respuesta al comentario de Padawan de la entrada precedente, que toma esta forma para poder añadir las fotos.
Las deducciones sobre los propietarios originales de los dos libros de segunda mano que presentábamos se basan en los pequeños detalles que mostramos a continuación. En el caso del de Boswell, sin duda cualquiera que reparara en ellos llegaría a la misma conclusión y no creo que haya otra solución posible, en el caso del de Doyle, hay algo más de especulación, de manera que quedamos abiertos a toda sugerencia.

De la Vida de Samuel Johnson habíamos dicho:
«Su propietario original era hombre cuidadoso, ignorante de la lengua de Shakespeare y, como nosotros, un apasionado del detective de Baker Street, razón por la que se aproximó a la obra de Boswell. Lamentablemente no llegó a acabar el libro; solo podemos especular sobre las razones por las que cesó la lectura.»
Su dueño lo forró con un papel translúcido, algo que solo hacen lectores cuidadosos, evidentemente. A demás, ese cuidado se aprecia en lo exacto de los cortes y las dobleces del forro. Con muchas probabilidades se trata de un francés, ya que se trata de un ejemplar impreso y comparado en París, tanto la primera como la segunda vez. Si Samuel Johnson es un pilar de la cultura anglosajona, resulta menos popular en los países latinos y muchos hemos llegado a él gracias a la famosa alusión de Holmes. Podemos fácilmente suponer que el dueño del libro estaba en el mismo caso, pero ¿cómo estar seguros? resulta que conservaba entre sus interior el marcapáginas, publicidad de una colección de novela policíaca, que pueden ver aquí:

Boswell detalle 1

Boswell detalle 2

Tenemos pues un francés, aficionado a la novela policiaca, lo que le ha llevado a leer a Boswell; en esas condiciones, si hubiera sabido inglés, hubiera optado por leer la biografía en su lengua original. La posición del marcapáginas nos daba una indicación del momento en que abandonó la lectura, pero otro detalle nos informa de que efectivamente fue en esa página, la 209, y es que las siguientes todavía no han sido cortadas en la época era frecuente encontrar libros con las páginas unidas por los cantos en cada cuadernillo por lo que es evidente que nadie ha podido leerlas.

Boswell detalle 3

Como decíamos, sólo podemos especular sobre las causas de ese abandono ¿aburrimiento? ¿decepción? ¿falta de tiempo? Me gusta imaginar que quizá mejoró su inglés y continuó en una edición de la obra en esa lengua.

En cuanto al brigadier Gérard, habíamos dicho:
«Su propietario original fue una jovencita que lo recibió como regalo de un pariente varón adulto que la trataba con condescendencia. La muchacha lo arrinconó en la oscuridad y nunca lo llegó a leer. Décadas más tarde sus herederos se desprendieron del volumen junto con otras reliquias.»
Brigadier Gérard detalle 1

Brigadier Gérard detalle 2

Pese a haber sido publicado en los años 20, presenta un aspecto completamente nuevo, tanto en las cubiertas como al interior: las pocas marcas que tiene el cuero del lomo son evidentemente recientes, como pueden constatar en las fotos, por lo que deben haberse hecho en algún traslado del almacén a la librería. Incluso la cinta de seda marcapáginas no tiene pliegues, inevitables por mucho cuidado que se ponga en su uso. El dato capital es la firma de su propietaria, quien tenía por nombre de pila «Eliane».

Brigadier Gérard detalle 3

Actualmente continua el sexismo en la elección de juguetes y lecturas para niños y niñas, pero en los años 20 del siglo último era algo completamente aceptado: raro sería que a una joven señorita se le ocurriera adquirir las aventuras de un oficial napoleónico y, si hubiera sido el caso, una curiosa avanzada a su época, el libro hubiera sido leído y usado con intensidad. Parece, más bien, un regalo poco atinado de un adulto que no la conocía lo suficiente, quizá un tío o un padrino que hubiera preferido tener un sobrino varón. En ese afán de querer orientar la educación de la señorita es donde se podría ver condescendencia. Parece ser que en cuanto lo recibió, lo firmó y lo cerró inmediatamente después antes de que se secara la tinta, a juzgar por la marca en la página contigua y el ejemplar esperó en algún lugar oscuro hasta que se puso a la venta; las marcas que produce la luz del sol en los libros aparecen de manera rápida y evidente, como me prueban amargas experiencias.

La letra capitular está montada sobre el cuadro Reading Girl, de Gustav Adolph Hennig, tomado de Art inconnu.