domingo, 29 de agosto de 2010

El Sherlock de Moffat y Gatiss: el regreso

La BBC ha confirmado hoy, tal como habíamos pronosticado aquí hace unas semanas, el regreso de su serie Sherlock. La segunda temporada constará también de tres episodios y se emitirá en otoño de 2011.

lunes, 9 de agosto de 2010

El Sherlock de Moffat y Gatiss

La serie Sherlock, creada por Steven Moffat y Mark Gatiss, se compone de tres episodios, emitidos originalmente por la BBC el 25 de julio, el 1 y el 8 de agosto del presente año respectivamente. Tras la buena recepción del primero, la productora ha sugerido vagamente que podríamos esperar más episodios en el futuro.

Toda adaptación de Sherlock Holmes de calidad se debe un análisis interesante del Canon. Veamos cuál nos proponen aquí:

Skyline
Londres es casi un personaje más

Las dificultades del mundo moderno
Las transposiciones de una narración o asunto a un tiempo posterior al cual éstos se desarrollaban originalmente implica una decisión fundamental ¿la diégesis original es conocida, como realidad o como ficción, en el mundo que postulamos? La decisión más habitual es que no se conozca. Por ejemplo, en el Hamlet de Kenneth Branagh, pese a desarrollarse en un ambiente de principios del s. XIX, nadie parece darse cuenta de que les ocurre lo mismo que en la tragedia de Shakespeare, aunque era muy famosa en aquella época; es decir, se postula un mundo en el Shakespeare no ha existido. El segundo caso, que la obra sí exista en el mundo postulado, es menos frecuente, pero la encontramos, por ejemplo, en el largometrage Mujeres en Venecia, adaptación del Volpone de Ben Jonson, o en la fallida serie Hyde de Moffat, donde los personajes sí conocen la obra original y comentan los paralelismos.

En la serie que nos ocupa se postula un mundo en el que el Holmes literario no ha existido. Un mundo sin Holmes no sería el mismo, no sólo porque no existiría el museo del 221b de Baker Street, en cuyo lugar encontramos una residencia, y demás lugares de culto, estudios, pastiches y souvenirs, sino por el estímulo que significó el personaje para la popularidad de la aplicación de técnicas científicas a la investigación policial, en incluso para su desarrollo —recordemos que Locard lo consideraba su inspiración— . Estas consideraciones han de obviarse, por supuesto, cuando aceptamos el pacto de ficción que se nos propone.

Otra dificultad es que un Holmes contemporáneo ha de renunciar a algunos de sus atributos tradicionales. Un ejemplo es su tabaquismo compulsivo, resuelto por los guionistas con ingenio y humor: «Un caso de tres parches de nicotina». Otro ejemplo, relacionado con lo que comentábamos más arriba, es que Holmes estaba en la punta de la tecnología y la ciencia forense de su época, superando con mucho a la policía oficial. Recordemos, por poner un solo ejemplo, SHOS: «Desde que cacé a aquel monedero falso por las virutas de zinc y cobre en la costura del puño, han empezado [en Scotland Yard] a darse cuenta de la importancia del microscopio». Mantener esa prioridad holmesiana hoy hubiera significado tecnificar demasiado la serie, entrando en el ámbito, casi de ciencia ficción, que ocupan series como SCI, desnaturalizando el personaje.
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Hace cinco años, en China, el callejero londinense era un libro que todo el mundo tenía


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O la policía metropolitana no autopsia a los suicidas o se les pasó un tatuaje


Por último, hemos de señalar que la serie se inscribe en una larga tradición de actualización del personaje. Las primeras adaptaciones fílmicas le situaban sistemáticamente en la época de la producción, porque le consideraban todavía lo suficientemente contemporáneo, de manera parecida a lo que nos ocurre hoy con la serie cinematográfica de James Bond o con Los Simpsons. Hasta el Perro de los Baskerville de 1939, la primera película protagonizada por Rathbone, no se tomó conciencia de que la diferencia de ambiente y tecnología era excesiva y hubo una voluntad de recreación de la época victoriana. Aunque esa premisa se observó en la película siguiente, Sherlock Holmes contra Moriarty, la serie de películas protagonizada por Rathbone pasó inmediatamente a ambientarse en el mundo contemporáneo La voz del terror, 1942— por lo que hemos de situar ahí el primer intento consciente de actualización del personaje, tendencia que no se rompería hasta el Perro de la Hammer, en 1959.

El caso de la muleta de alumino:
El mayor logro de la serie es la coherencia en la motivación de los protagonistas. ¿Qué hace que Holmes quiera a Watson como compañero y viceversa? Al margen de cierta tensión sexual no resuelta, sugerida por numerosos comentarios equívocos, Holmes explicita que necesita un asistente frente a Lestrade (15'45'', primer episodio) ¿Por qué? él mismo da la respuesta «Pienso mejor en voz alta» (47'45'' 1er. ep.), pero, sobre todo; «El genio necesita un público» (48'31'' 1er. ep.); aunque lo dice hablando del asesino, es evidente que se lo aplica así mismo y así lo entiende Watson que responde con un asentimiento irónico, en un diálogo que expresa un análisis en el que estarán de acuerdo muchos lectores del Canon.

Más interesante todavía es la motivación de Watson. La posibilidad de que la herida en la pierna de Watson sea de origen psicosomático es ya clásica. Barring-Gould atribuye la idea a un corresponsal que prefiere guardar el anonimato, pero la explica como una somatización de su inferioridad respecto a Holmes, tanto intelectual como físicamente, a lo largo de sus aventuras. En cambio, en la serie, se considera que la cojera procede de la inacción; echa de menos la guerra y, junto a Holmes, el viejo soldado se siente de nuevo en el campo de batalla, según el agudo análisis de Mycroft (39'30'' 1er. ep.), subrayado en diversas ocasiones del primer episodio, en particular, cuando olvida su muleta en el restaurante para lanzarse a una persecución (51'51''). Esto es coherente con el Canon, ya que se queja de su pierna en SIGN en un momento sedentario y jamás lo hace en escenas de acción, donde debería, precisamente, solicitar la pierna.

Skyline
Ella era el objetivo del asesino, pero Watson la deja sola para ir a proteger a Sherlock: Cada cual sus prioridades

Incluso la señora Hudson tiene una motivación satisfactoria. El hecho de que deba un favor a Holmes justifica la paciencia que tiene con él desde un principio y su difunto marido delincuente la dota de un pasado sugerente. Más importante todavía: la relación con sus inquilinos en el Canon tiene cierta ambigüedad, ya que, pese a ser la propietaria, parece asumir funciones de servicio —contradicción explicitada en los diálogos de la serie repetidamente «I'm your landlady not your housekeeper!»—. Esto queda explicado con sutiliza por el carácter maternal de la señora, del que abusan los inquilinos, a los que no les falta una faceta infantil, como también observara la Mrs. Hudson de la serie de Granada (TWIS).

Holmes y la realidad
Un aspecto muy interesante del Canon, pocas veces explotado en las adaptaciones, es el hecho de que Watson da al público información crucial sobre la vida y los métodos de Holmes y la gente que lo rodea, lo que podría dar una ventaja a los criminales; podemos verlo en una de las películas de la Universal, donde la malvada dice haber estudiado los métodos de Holmes en las obras de Watson. Con la actualización este efecto se amplifica, ya que la información se genera y transmite mucho más rápido. Watson lleva un blog, equivalente a las entregas de la revista Strand; «Estaría perdido sin mi Boswell blogger» (3er ep. 10'53''). La página de Holmes viene a ser el equivalente, en el primer episodio, del artículo «El libro de la vida». Si la creación de falsos blogs atribuidos a los personajes es frecuente, recordemos el caso de Cómo conocí a vuestra madre, dada la particular relación de las aventuras holmesianas con la realidad (que hemos comentado varias veces 1 y 2) aquí juegan un papel mucho más importante. Blogs de otros personajes, en los que podemos trazar sus relaciones y encontrar pistas, son el de la empleada de la Morgue del St-Barts y el de Connie Prince, víctima en el tercer episodio. Entre otras consecuencias, esto hará que Moriarty conozca los hábitos y dirección de Holmes y que éste deba sufrir las burlas de la policía oficial por no saber que la Tierra gira alrededor del Sol.

Un elemento fundamental de los estudios holmesianos es analizar hasta qué punto el Watson escritor modifica los hechos y la cronología y por qué razones, deliberadas o no. En las adaptaciones fílmicas, es fundamenta el análisis del personaje Watson, ya que la narración en este medio tiende a ser objetiva, desde un punto de vista exterior, por lo que la faceta del doctor como narrador y foco de la acción queda necesariamente disminuida. Esperamos tener ocasión de analizar en profundidad estos aspectos; por el momento podemos observar, en relación con esta serie, que, pese a focalizarse la acción en Watson en los primeros minutos, pasa enseguida a un punto de vista más objetivo, en el que aparece a menudo información a la que ni siquiera tiene acceso y, por consiguiente, nunca nos la podría haber hecho llegar como narrador. En esto juega un papel interesante también el blog, ya que vemos en él que Watson saca a veces conclusiones equivocadas, que miente o que oculta datos.

Gigante
A brazo partido contra el Gólem
Los episodios
Estamos, pues, ante una serie que cumple con las dos premisas fundamentales que una adaptación del mundo sherlockiano necesita: un análisis interesante del Canon y un análisis inteligente de Watson. A demás de ello cuenta con actores muy adecuados, con una excelente banda sonora y una bonita fotografía que saca partido de los paisajes y pálida luz de Londres. Todo ello aderezado con los ya inevitables recursos narrativos para expresar las observaciones o deducciones de Holmes —contrapicados, montajes frenéticos, primerísimos planos, cambios en el ritmo, flashbacks, texto sobreimprimido, etc.—, carismáticos villanos —en particular el Gólem, referencia al Creeper de La perla maldita—, simpáticos guiños al Canon —solo hemos mencionado algunos de los muchos que hay— y leales siddekicks —Hasta Lestrade y Mycroft tienen el suyo respectivo— ¿Qué más se puede pedir? Casos interesantes desarrollados en un guión sólido:

Se ha señalado cierta debilidad en la trama policial del primer episodio. Lo cierto es que cumple su papel, que es restringido, ya que la mayor parte del metraje se dedica a presentar a los personajes y el encuentro entre ellos, incluyendo a Mycroft. Lamentablemente, el segundo episodio no puede recurrir al mismo argumento para justificar su debilidad; algunos elementos están tomados por los pelos y las referencias canónicas se hacen más raras o son muy generales; por ejemplo, los dos crímenes de habitación cerrada se podrían relacionar con EMPT y SIGN respectivamente, pero no deja de ser un tópico de toda la novela policíaca desde Poe. No obstante, ha tenido una buena recepción.

Es decir, las acertadas premisas iniciales nos permitían esperanzas de un desarrollo más interesante de las tramas, esperanzas frustradas claramente en «El banquero ciego». La tercera entrega no llega a satisfacer todas las promesas, pero enmienda la confianza perdida allí hasta donde su final abierto, insatisfactorio por definición, se lo permite. La baza de «El gran juego» es meter un gran número de casos breves en un solo episodio, entre ellos el de los planos del Bruce Partinton, en este caso un misil, en una memoria Usb desaparecida.

La falta de claridad de la productora sobre la posible continuación, el final muy abierto y las reacciones de los personajes secundarios en los blogs de la serie sobre la desaparición de Sherlock, Watson y Moriarty, sugieren un truco publicitario, un intento de provocar la reacción del público pidiendo el retorno de sus héroes, como ocurrió en su día tras el incidente de Reichenbach, cataratas sustituidas aquí por una humilde piscina.