lunes, 21 de junio de 2010

Sherlock y Cleofás

Hasta ahora hemos examinado inspiraciones de Doyle en los clásicos grecolatinos aquí, aquí o aquí y estamos lejos de agotar la cuestión esta vez, tampoco será la última, vamos a ver el precedente en un clásico hispánico:
Al principio de «Un caso de identidad» encontramos la siguiente intervención del detective:

—Mi querido compañero— dijo Sherlock Holmes estando él y yo sentados a uno y otro lado de la chimenea, en sus habitaciones de Baker Street —la vida es infinitamente más extraña que todo cuanto la mente del hombre podría inventar. No osaríamos concebir ciertas cosas que resultan verdaderos lugares comunes de la existencia. Si nos fuera posible salir volando por esa ventana agarrados de la mano, revolotear por encima de esta gran ciudad, levantar suavemente los techos, y asomarnos a ver las cosas raras que ocurren, las coincidencias extrañas, los proyectos, los contraproyectos, los asombrosos encadenamientos de circunstancias que laboran a través de las generaciones y desembocando en los resultados más outré, nos resultarían por demás trasnochadas e infructíferas todas las obras de ficción, con sus convencionalismos y con sus conclusiones previstas de antemano. (Traducción de Amando Lázaro Ros).

Portada de El diablo cojuelo Ilustración para el Diablo Cojuelo
La portada de un ejemplar de la obra de Guevara conservado en la Biblioteca Nacional, tomada de Cervantes Virtual, y un grabado de la obra de Lesage tomado de la Wikipedia

Este fragmento evoca al lector algunos párrafos del tranco primero de la obra de Luis Vélez de Guevara, El diablo cojuelo, cuando el diablo en cuestión, en agradecimiento al estudiante Cleofás que le había liberado de una redoma le lleva por Madrid de la misma manera que Holmes le proponía hacer a Watson en Londres:

[...] asiéndole por la mano el Cojuelo y diciéndole: «Vamos, don Cleofás, que quiero comenzar a pagarte en algo lo que te debo», salieron los dos por la buharda como si los dispararan de un tiro de artillería, no parando de volar hasta hacer pie en el capitel de la torre de San Salvador, mayor atalaya de Madrid,

[...] Y levantando a los techos de los edificios, por arte diabólica, lo hojaldrado, se descubrió la carne del pastelón de Madrid como entonces estaba, patentemente, que por el mucho calor estivo estaba con menos celosías, y tanta variedad de sabandijas racionales en esta arca del mundo, que la del diluvio, comparada con ella, fue de capas y gorras.

Podemos preguntarnos si Conan Doyle conocía el clásico castellano o, dado que la idea no era original de Vélez de Guevara, alguna de las obras que la inspiraron. No obstante, más probable sería que conociera Le Diable boiteux de Alain-René Lesage, que se inspiraba libremente en la obra de Guevara. La versión de Lesage conoció muy pronto una traducción al inglés, así como adaptaciones al teatro y al ballet y es citada por muchos autores, a través de los cuales Doyle pudo conocerla.

El diablo cojuelo en inglés

Portada e ilustración de la obra de Lesage en una traducción inglesa de 1708, esto es, sólo un año después de la publicación del original francés. Imagen tomada de la Wikipedia

No es el único autor victoriano en visitar la fantasía de sobrevolar Londres. Barrie lo hace tanto en Peter Pan en Kengsinton Gardens, como en Peter Pan y Wendy, lo que nos ha deparado bonitas imágenes en sus adaptaciones audiovisuales. Más próximo al argumento que comentamos está Dickens, ya que en su Christmas Carol, un espectro lleva, efectivamente, volando de la mano a Ebenezer Scrooge a ver lo que sucede en el interior de las viviendas londinenses.

Peter Pan Rackham

Frente a las idealizadas imágenes de Disney, Arthur Rackham propone una visión más deprimente y pesadillesca de Londres en su ilustración para Peter Pan en Kensington Gardens

Londres Christmas Carol

Imagen de la reciente adaptación de la obra de Dickens, en la que podemos ver fastuosos planos aéreos del Londres victoriano

Londres

Espectacular vista de Londres tomada de la página de Raphaël Lacoste

Es notable que si sus predecesores hacían un uso moral de este recurso, Doyle lo haga estético. Donde de Guevara, Lesage y Dickens llevan a sus personajes voladores a buscar lo que de reprensible o amable tienen las costumbres de sus conciudadanos, Holmes tiene curiosidad por lo insólito, lo turbador, lo outré. El personaje de Doyle olvida el moralismo, previsible en un policía o un justiciero, para evocar lo más intranquilizador que se oculta tras las banales y municipales fachadas.

La letra capitular está montada sobre una imagen tomada de la película Laberynth, en la que vemos a los goblins creados en colaboración por el marionetista Jim Henson y el ilustrador Brian Froud. Esta entrada es una versión mejorada y aumentada de una aparecida previamente en el blog El Predicador Malvado.

8 comentarios:

Movimiento 31 dijo...

Recuerdo que durante el Renacimiento, muchos autores literarios incluían en la «captatio benevolentiae» una autoalusión como pequeños dioses que habían creado un mundo de su imaginación, de igual modo que Dios creó la Tierra. Las perspectivas de los personajes de estas obras, así desde arriba, desde el cielo, tienen una estupenda similitud con el Ojo de Dios, del que nada puede ocultarse, ni siquiera detrás de materias como la roca o el barro cocido de las tejas. Por eso, ese acto de poner el ojo a través de los tejados triangulares de la «city» es como una transposición diegética del triángulo del ojo de Dios.

Evil Preacher dijo...

La referencia en el prólogo al autor como demiurgo alude al nivel de la creación y, aunque sobre el papel, está fuera de la anécdota, por lo que no estoy de acuerdo en considerar que hay transposición diagética. No obstante, encuentro muy interesante tu idea, porque, efectivamente, se puede entender esa alusión como una reflexión metalitararia, sobre el papel del narrador, su papel dentro de la ficción y su objetividad. Todos estos aspectos son fundamentales en teoría literaria y en el corpus holmesiano en particular, ya que Watson es el narrador dentro de la acción, y por ende subjetivo, y el narrador volador que propone aquí Holmes adoptaría un punto de vista exterior a la narración y objetivo.

Rassendyll dijo...

El que debió ser el último número de The Stranded (1998), yo al menos no recibí nunca más un ejemplar, recogía un artículo de Juan A. Requena titulado «El Sabio Cojuelo. Un ensayo claudicante», en el que su autor afirmaba que:

“Aunque nos guste imaginar a Sherlock Holmes leyendo en algún mo-mento la fábula española o escrutando incluso en la biblioteca del British Museum una impresión madrileña de 1641 de El Diablo Cojuelo, lo sen¬sato es pensar que el detective, con antepasados franceses, sólo supiera de Vélez de Gue¬vara y de su endemoniada invención a través del texto dupli-cador de Lesage, mucho más popular en Europa y, a diferencia del castellano, pronto traducido al inglés.
Por otro lado, la total ignorancia de la cultura española que Watson de-muestra a lo largo de sus crónicas (ignorancia sólo comparable a la de su agente literario), convierte en poco verosímil la hipótesis de que el Dr. Wat-son tuviera noticia de otro Diablo Cojuelo que no fuera Le Diable Boi¬teux de Lesage. Versión que sí parece haber leído con provecho, tal vez al mismo tiempo que preparaba la entrega de «Un caso de identidad» para su publica¬ción en el Strand Magazine en sep¬tiembre de 1891.”

También recordaba a Dickens en una nota a pie de página:

“La influencia de Lesage en la literatura victoriana fue enorme. Dickens, por ejemplo, confeso admirador del escritor francés, no dudó en comenzar uno de los capítulos de The Old Curiosity Shop (1841) —también sin citar la fuente, lo que indica que era sobradamente conocida por los lectores— con una referencia muy similar a la de «Un caso de identidad»:

“El narrador de la historia coge cariñosamente de la mano al lector, y saltando con él al aire y abriéndose paso a través del mismo a mayor velocidad que don Cleofás Pérez Zambullo y su familiar, navega en su compañía por esta agradable región y desciende con él sobre el pavimento de Bevis Mark.” [Charles Dickens, La tienda de antigüedades, capítulo XXXIII]

El artículo analizaba varios puntos de contacto entre «Un caso de Identidad» y la obra de Lesage, y concluía que el relato de Doyle era una suerte de inversión malévola de la Anunciación evangélica.

Rassendyll dijo...
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Rassendyll dijo...

El que debió ser el último número de The Stranded (1998), yo al menos no recibí nunca más un ejemplar, recogía un artículo de Juan A. Requena titulado «El Sabio Cojuelo. Un ensayo claudicante», en el que su autor afirmaba que:

“Aunque nos guste imaginar a Sherlock Holmes leyendo en algún mo-mento la fábula española o escrutando incluso en la biblioteca del British Museum una impresión madrileña de 1641 de El Diablo Cojuelo, lo sen¬sato es pensar que el detective, con antepasados franceses, sólo supiera de Vélez de Gue¬vara y de su endemoniada invención a través del texto dupli-cador de Lesage, mucho más popular en Europa y, a diferencia del castellano, pronto traducido al inglés.
Por otro lado, la total ignorancia de la cultura española que Watson de-muestra a lo largo de sus crónicas (ignorancia sólo comparable a la de su agente literario), convierte en poco verosímil la hipótesis de que el Dr. Wat-son tuviera noticia de otro Diablo Cojuelo que no fuera Le Diable Boi¬teux de Lesage. Versión que sí parece haber leído con provecho, tal vez al mismo tiempo que preparaba la entrega de «Un caso de identidad» para su publica¬ción en el Strand Magazine en sep¬tiembre de 1891.”

También recordaba a Dickens en una nota a pie de página:

“La influencia de Lesage en la literatura victoriana fue enorme. Dickens, por ejemplo, confeso admirador del escritor francés, no dudó en comenzar uno de los capítulos de The Old Curiosity Shop (1841) —también sin citar la fuente, lo que indica que era sobradamente conocida por los lectores— con una referencia muy similar a la de «Un caso de identidad»:

“El narrador de la historia coge cariñosamente de la mano al lector, y saltando con él al aire y abriéndose paso a través del mismo a mayor velocidad que don Cleofás Pérez Zambullo y su familiar, navega en su compañía por esta agradable región y desciende con él sobre el pavimento de Bevis Mark.” [Charles Dickens, La tienda de antigüedades, capítulo XXXIII]

El artículo analizaba varios puntos de contacto entre «Un caso de Identidad» y la obra de Lesage, y concluía que el relato de Doyle era una suerte de inversión malévola de la Anunciación evangélica.

Evil Preacher dijo...

Estimado Rassendyll: me dejas loco.
Se podría pensar que, para cualquiera que conozca la obra de Guevara, la relación con el Diablo, al leer IDEN, es evidente, y luego, siguiendo el hilo, llegar a un artículo de contenido similar. Pero lo que ocurre es que esto ya me ha pasado más veces con artículos de Requena:

Todo lo que sabía de este autor, hasta tu comentario, procede del blog amigo 221b. Allí encontré este artículo que tiene aspectos muy parecidos a este otro mío. Te prometo que cuando me lo leí estaba pensando «este malandrín ha consultado mi blog y no me cita» ¡hasta que vi la fecha y vi que era muy anterior a la publicación de mi post! Peor fue con el artículo de Tonga, porque no lo había escrito todavía, era a penas un esbozo y estaba recolectando material, pero la idea que tenía era muy parecida a ese artículo de Requena, así que abandoné la tarea.

Debe ser que tenemos una manera parecida de leer el Canon, aunque él lo haga mejor, llegue a unas conclusiones sobre el simbolismo holmesiano que yo no me permitiría y ve cosas que a mí se me escapan. Cuando leí su artículo sobre Irene Adler, me dije, este es el artículo sobre la Mujer que me hubiera gustado escribir a mí; digamos que la existencia de este autor me libera en parte de la responsabilidad que tengo de escribir mis ideas sobre Sherlock Holmes. Por otro lado, siento la urgencia de leer todo lo que haya escrito, para que no me vuelva a pasar lo mismo ¿Puedes ayudarme en ese sentido? ¿Tienes más artículos, alguna referencia bibliográfica o cualquier otro tipo de información sobre este apasionante autor? Voy ahora mismo a hacer las mismas preguntas al autor del 221b, pues evidentemente tiene acceso a material creado por Requena.

Rassendyll dijo...

No se gran cosa. He leído “Algo más sobre la zapatilla persa”, publicado por Valdemar en 1994 como anexo a la “Venganza del sabueso” en la colección Archivos de Baker Street, en donde afirma que la babucha la heredó Holmes de Horace Vernet. El texto sobre el Diablo cojuelo, y otro más publicado también en The Stranded sobre el significado del nombre del Valle de Vermissa, cuyas conclusiones recupera en parte en uno de los capítulos de “El caso de la baraja perversa”, la única obra de Juan A. Requena que he visto en las librerías. Yo la compré en Madrid en Estudio en Escarlata, y me ha gustado bastante. Al menos es original y la idea de acompañar el libro con una baraja holmesiana tiene su gracia. A juzgar por los contenidos de tu otro blog, el último capítulo de este ensayo lo podría haber firmado Evil Preacher sin problemas!
En la página de la SSHF aparece también otro texto,”Louis la Rothière, Au secret du roi”, como parte de la obra colectiva “L'univers de Sherlock Holmes” (1997,), pero no lo he leído. Es evidente que hay más artículos, pero deben estar todos en ediciones privadas como The Stranded, un magazine gratuito que difundía hace bastantes años la Sociedad de Mendigos Aficionados entre personas que se interesaban por Sherlock Holmes. Es posible que el autor del blog “221B” sepa algo más.

Evil Preacher dijo...

Gran idea lo de hacer la zapatilla persa una herencia de Vernet. Me siento aliviado, ya que no hay nada parecido en mi propio artículo sobre dicha pantufla.

Muchas gracias por las indicaciones, a parte de los puntos en común, es sin duda un autor interesantísmo por muchas otras razones.

Tal vez Bela me ponga en cotacto con él.